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Los nuevos paradigmas trascienden estas visiones para proponer un servicio que se articula de forma totalmente natural con la vida. Cualquier noción de incomodidad, sumisión o sacrificio desaparece para reconcebir el servicio como fuente de sentido y plenitud. Esto se inscribe dentro del nuevo paradigma evolutivo, que concibe una asociación entre elementos cada vez mayores con el fin de generar unidades mayores de conciencia. Empezaron uniéndose las partículas subatómicas para dar lugar a átomos, estos se juntaron en moléculas, vinieron después los organismos unicelulares y siguieron los pluricelulares. ¿Cómo sigue esto?
A estas alturas, todos hemos oído hablar del gran cambio de ciclo cósmico, anunciado por los mayas y otras culturas ancestrales, que debería dar lugar a una nueva era de paz y prosperidad para la humanidad, a partir de una expansión de la conciencia. Es un cambio que no atañe a la humanidad específicamente, sino al sistema solar entero, y al planeta Tierra más en concreto. Nuestro planeta estaría aumentando su «vibración» o nivel de conciencia, y la evolución de la humanidad estaría justificada para ponerse a la par con la de la Tierra, lo cual no es opcional sino necesario si queremos evitar males mayores.

Esta visión aparece en oportuna confluencia con problemas de distinta índole que amenazan la supervivencia de la humanidad en la Tierra, y también con el aumento de la conciencia de estar todos en un mismo barco, propiciado por la globalización y por las nuevas tecnologías de la comunicación que han convertido el mundo en un pañuelo.
Todas estas circunstancias llevan de forma casi natural a concebir el siguiente paso después de que las células lograran consolidar organismos pluricelulares complejos: que cada uno de estos organismos pluricelulares complejos se conciba como parte integrante de un cuerpo mayor. En este sentido, cada uno de nosotros formaríamos parte del gran cuerpo de la humanidad. Sentir así nos da la oportunidad de actuar con mucha mayor fuerza e inteligencia a la hora de afrontar nuestros retos comunes y, con el tiempo, inaugurar una etapa de esplendor en la historia de nuestra especie.
¿Qué hacen las células de un cuerpo?, contribuir a la causa común de desarrollar el proceso vital de ese cuerpo. Se ha acudido mucho a la metáfora de lo que ocurre cuando las células dejan de creer que están integradas en un todo mayor y proceden a perseguir eminentemente sus propios intereses: se convierten en células cancerígenas que proliferan sin control, sin pararse a considerar que no pueden prosperar más allá de unos límites sin acabar con la vida del organismo que las alberga. No estoy diciendo que esta sea la causa del cáncer, el cual tiene sin duda una casuística compleja; se trata de una analogía filosófica para llevarnos a la reflexión.
En cambio, las células que saben de qué tipo son y que conviven en equilibrio con las demás constituyen distintos órganos y otros componentes del cuerpo que, actuando en sinergia entre sí, dan lugar a una vida saludable y duradera.
¿Podemos decir que estas células saludables viven en actitud de sacrificio o sumisión, o sencillamente saben el lugar que ocupan y lo respetan, no a regañadientes sino sintiéndose felices de formar parte de algo más grande, lo cual las mantiene felices y por lo tanto sanas?
En nuestro equivalente humano, las células felices que saben el lugar que ocupan en el orden de las cosas no son las personas que aceptan sumisamente «lo que les ha tocado», o lo que el orden social o sus padres esperan de ellas, sino las personas que descubren por sí mismas qué tipo de «células» son y actúan según ello con entusiasmo. Esta actitud se está denominando de distintas maneras: descubrir los propios dones y talentos y ejercerlos, seguir la propia pasión, perseguir los propios sueños o atraer la realidad que se desea son, todo ello, formas de decir al individuo que descubra qué es aquello que hace vibrar su corazón y actúe de acuerdo con ello.
Esto puede tener derivas egoístas, pero constituye también el fundamento de la máxima contribución que podemos hacer al colectivo. Los nuevos paradigmas se caracterizan por su carácter integrador, y la forma máxima de integrar la felicidad con la contribución al bien común es que dicha contribución se base en lo que nos entusiasma hacer. Sólo así podemos sostener el servicio a largo plazo y evitar «quemarnos».
De aquí pueden derivarse otras reflexiones, pero lo justo es que las ofrezca en primicia en el congreso al que he sido invitado. Ojalá algunos estéis por la zona y os animéis a venir.
© Francesc Prims Terradas. Autor del libro de entrevistas Nuevos paradigmas (Editorial Sirio, febrero de 2015). Francesc Prims imparte charlas y talleres sobre la felicidad. www.francescprims.com
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IV Congreso Internacional Gestores de la Nueva Conciencia
Tema: Servir como forma de vivir
2 a 4 de Octubre 2015
En el Orquideorama del jardín botánico de la ciudad de Medellín (Colombia)
Organiza: Viavida ( www.viavida.com.co )
Más información en www.nuevaconciencia.co
Con Francesc Prims
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Libro Nuevos paradigmas (Editorial Sirio)
Del autor Francesc Prims
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